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Ilustración de Polly Dunbar |
Y es que, gracias a esas historias, hemos aprendido, reforzado valores, perdido miedos, soñado -¡Cuánto hemos soñado!-, conocido lugares nuevos y personajes increíbles, accedido a los primeros clásicos, descubierto nuestros gustos literarios, observado el propio reflejo a través de la magia inventora de quienes escriben e ilustran. Gracias a esos cuentos hoy, much@s, amamos los libros.
Además, ¿quién puede olvidar esos momentos entrañables en los que algún adulto le dio vida a las palabras cuando aún no sabías leer? Yo recuerdo estar sentada en las rodillas de mi tía, imaginando al temible lobo o sintiendo la emoción de quien vuela a lomos de un dragón. Descubrí en las letras un tesoro y pasé instantes muy valiosos que me hicieron desarrollarme como persona.

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